martes, 28 de abril de 2009

Volverás a respirar la primavera

Ahora estás en ese punto donde la vida se resume en un túnel donde no aparece la luz y el aire que se respira cuesta renovarse. Quisieras esconder la cabeza entre las piernas y como un ovillo dejarte balancear y esperar, esperar a que todo pase. Que las lunas suceden a los días mientras tú no lo miras. Sólo deseas que como un suspiro todo se resuelva sin ser tú el protagonista. No te importan los relojes, ni las risas, no quieres conversar ni dejar tu huella sobre nadie. Sólo quieres el silencio y mantenerte en esa postura segura que da el rechazo al movimiento de la vida. Los demás son desconocidos y el futuro se tiñe de preguntas, incertidumbres, hasta que de nuevo quejoso lo cierras como lo haces con tus ojos.

Qué importan mis palabras en esa cafeteria de la Barceloneta, repleto de toldos que desembocan en barcos anclados como tú en un pasado que por mucho que quieras no volverá. Te repito una y otra vez que vales por ti mismo, que te animes, pero a veces las palabras resbalan en tus oídos, las oyes pero no las escuchas, son sonidos iguales que parecen no entender lo que tú sientes. Giras la cabeza y no quieres que mis palabras crucen el muro que has construido para que la vida no te haga más daño. Pero eso, mi pequeño, es engañoso, no hay muros, ni cercas, ni burbujas que la vida no consiga traspasar. Sí te animas a reunirte con todos los demás, si intentas comenzar a respirar por ti mismo, será la mejor decisión, de lo contrario el rencor se instalara en ti, el olvido de los sentidos, la desmemoria de la belleza de lo cotidiano.

Una y otra vez te repito que todo pasará, que saldrás adelante, pero te cuesta creértelo. Me canso de mi tenacidad, me canso de oír mis mismas palabras. Nadie inventó un lenguaje especial para reparar el corazón herido. Engañado tú por el juego de la vida, engañada yo por intentar que comprendas sus reglas cuando nadie te las enseñó.

No puedo hacer otra cosa, mi chico sólo decirte que es algo tan cierto como que a la noche le sigue el día, como que al invierno le sigue la primavera, y que nadie puede parar eso. No intentes parar el tiempo, yo te digo esto porque los años me enseñaron que una vez cada uno de nosotros echa sus cartas la rueda de la fortuna se pone en marcha y por mucho que te cueste, seguro que volverás. Saldrás adelante, pasarás página, volverás a ver luz donde antes todo era confusión y caos.

Pero antes de que llegue ese momento es normal que pases lo que los entendidos llaman “el duelo”, o el dolor, como tú quieras llamarlo. Tú tienes la suerte de que tienes gente a tu lado, para todo el mundo no es así. Gente que te quiere, que queremos verte bien, que queremos que vuelvas a sonreír y que sobretodo deseamos que vuelvas a comerte el mundo a bocados, que eres muy joven y te queda mucho camino por recorrer. En este punto tienes manos que te sujetan, tú tienes que intentar por ti mismo enderezarte, no te quedes en la oscuridad acuclillado, no te instales en el pasado y relamas tus heridas como un niño asustado. La vida hay que vivirla, la vida necesita coraje, la vida necesita que tú quieras vivirla. Pinta de colores tu vida, que no la pinten otros por ti.

Tienes un magnífico artista dentro que puede pintar de líneas armoniosas un cuadro de vida tal como quieres. Es sólo cuestión de que empieces a coger ese pincel y lo dirijas tú mismo. No dejes que nadie más lo haga por ti.

Saldrás de ese túnel, volverás a respirar la primavera, sentirás las sensaciones que ahora parece que nunca existieron, comenzarás a andar sin rencor, con decisión y no mirarás hacia atrás. Volverás a llenarte del olor del mar que tan cerca tienes, hundirás tus ojos en la luz del horizonte y sabrás que estás fuera de ese punto oscuro que te condenó a llorar.

Espero volver a ver esos ojos pardos llenos de lágrimas pero no por dolor, sino de satisfacción, de reír hasta no parar, de sentirte pleno. Y espero estar ahí para verlo

2 comentarios:

  1. ¡ Que suerte tener una amiga que sea capaz de decirte todo eso cuando estás hundido!

    Y de esa forma tan bonita.


    No sabes la envidia (sana por supuesto) que me da leer esa prosa tan fluída. Una maravilla.

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  2. Si tal vez sea una suerte, pero envidia la mía cuando he leído que publicas en un libro de relatos, y encima por una causa solidaria.

    ENHORABUENA

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